martes, 17 de mayo de 2016

En Guachochi, único penal exclusivo para indígenas a nivel nacional




Marisol Marín/ El Heraldo

Guachochi, Chih.- El Cereso Estatal número 8 es el único en el país exclusivo para indígenas que cuenta con una población de 298 internos, de los que el 50 por ciento de su población es analfabeta y el 1 por ciento no conoce el español; los principales delitos que se purgan son: homicidio, violación y lesiones. 

Desde octubre de 2014, el gobernador de Chihuahua, César Duarte, anunció la creación del Cereso Estatal en la localidad, a fin de que fuera un lugar limpio, con orden y disciplina, donde estuvieran recluidos únicamente indígenas, a fin de que sus costumbres y tradiciones fueran respetadas, por lo que el lugar pasó de ser municipal a estatal.

Sus trabajos comenzaron de manera oficial el primero de enero, pero de octubre a diciembre se le hicieron modificaciones, por lo que los internos fueron trasladados a Parral y Cuauhtémoc. Actualmente se sigue trabajando en el lugar, por lo que no se acepta a ningún otro interno, sino hasta que la cárcel quede concluida, por lo que los internos indígenas que son recientemente sentenciados son enviados a otros centros de manera temporal.

Al entrar al presidio se deben seguir protocolos, como el no ir vestido de color gris, azul o negro (colores utilizados por internos y custodios), donde primero se pasa por gobierno, donde se registran las personas ajenas al penal y se les pide una credencial para ser identificados y escriben sus datos en una bitácora. 

Seguido de eso, se realiza una revisión corporal en un pequeño cuarto a fin de que no ingrese con algún artículo no permitido, por lo que antes de tener contacto con los internos se pasan por dos esclusas. 

En el lugar hay también un área de equipo táctico, la armería, donde solamente los internos pueden pasar (de uno en uno) y zona para las torres, donde se puede ver todo el interior del penal y sus áreas, a fin de realizar una vigilancia más completa. 

Se cuenta con un departamento de criminología y otro más de psicología donde se entrevista a los internos de nuevo ingreso o a los que tengan alguna necesidad de dichos servicios. En medio del penal se encuentra un patio enorme, donde una de las actividades favoritas es jugar volibol, que lo hacen hasta descalzos. 

Ahí, en las coladeras, como parte de sus costumbres, algunos internos lavan sus ropas y sus sábanas en el piso, donde en lugar de piedra utilizan el pavimento más rasposo de la zona para efectuar la limpieza de sus pertenencias. 

Luego están las celdas separadas por islas, y al final de éstas se encuentran los sanitarios, que deben ser limpiados entre todos, ya que todas las personas del lugar tienen que estar ocupadas en alguna actividad. 

Alrededor hay un taller de carpintería donde elaboran piezas que les toman algunos días y las ponen a la venta a través de sus familiares para generar un ingreso; también está la panadería, una cocina, un comedor, una tienda de abarrotes donde compran papitas, jabón y hasta paletas de dulce. Enseguida está una biblioteca y una pequeña aula donde los internos estudian diversos grados educativos. 

Afuera esta la herrería, el lugar para hacer la carpintería, un hospital equipado con farmacia y hasta un dentista, el almacén de albañilería y una trochilera para crianza de animales, la cual ya está lista para su próximo uso, al igual que una perrera que cuenta hasta con calentón, donde perros del Grupo K9 vivirán en el lugar.

Las personas que habitan ahí se ven tranquilas, abrigadas con chamarras gruesas de color gris con rayas azules y un conjunto de pantalonera gris de algodón, casi todos con huaraches étnicos o tenis, quienes en su mayoría se van a convivir al patio con los otros internos, viendo pasar el tiempo en lo que se cumple su sentencia y se pretende sean readaptados para la volver a la sociedad como personas útiles.

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